Green Gift | 1º empresa de regalos sustentables de Argentina

Emprendedores responsables, el otro negocio.

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Emprendedores responsables, el otro negocio.

Con el objetivo de ser rentables, pero también sustentables, la nueva generación de entrepreneurs persigue otro objetivo: la conciencia social y ambiental.

Eco Emprendedores sustentables

Eco Emprendedores sustentables

Por Cecilia Valleboni
Una nueva generación de entrepreneurs busca que, además de rentables, los proyectos sean sustentables. Algunos, impulsados por sus inquietudes sociales; otros, más orientados a la protección del medioambiente. Sin embargo, su esfuerzo no es menor y ahondaron en el desafio de ser económicamente sostenibles.

Es el caso de Natan Burla, fundador de Monochrome Recycled Bikes, que recicla bicicletas consideradas basura y que, muchas veces, sirven como relleno de terrenos. Diseñador Industrial, con experiencia en urbanismo y arquitectura, vivió en Australia hasta que decidió volver a la Argentina para lanzar su propia empresa, en 2010. El emprendedor compra lotes de bicicletas, las desarma, adquiere partes nuevas como llantas, cubiertas, pedales y, tras un proceso de limpiado, en el que se pierden óxido e impurezas, se pintan y, finalmente, se rearman. «Buscamos darle una nueva identidad», explica Burta. Los materiales apuestan a la conciencia green: manubrios y asientos de cuero vegetal, acero inoxidable y aluminio. Con ventas x Internet, en tiendas de diseño y en un showroom basado en Palermo, la firma comercializa rodados a $ 2300, en promedio. En 2011, presentó una nueva marca: Rewind Bikes. «Comparten el mismo ADN aunque con una vuelta de tuerca», cuenta.

Es que el diseño pasa por el cliente: la elección del modelo, la combinación de colores y los accesorios. En el mismo rubro, Nicolás Masuelli, Hernán Nicci y Leonardo Pelegrin crearon una bicicleta hecha enteramente de bambú, con tecnología aeronáutica aplicada al diseño. Invirtieron $ 20.000 y ahora traen el bambú (materia prima clave) desde Salta, Misiones y Jujuy. Así, pasa por un proceso térmico en hornos solares, donde se le quita toda la humedad y la materia orgánica, dejando solo el sílice y la fibras. «Esto asegura que el material a evolucionar de manera óptima en el tiempo», cuenta Pelegrini. La firma proyecta la apertura de un showroom el desembarco en comercios especializados en ciclismo, moda y deportes outdoor. «En 2011, recibimos una inversión para poner en funcionamiento una fábrica en Alvear y para desarrollar una matriz que permita escalarla producción a niveles industriales», cuenta. Para este año proyecta producir más de 100 unidades mensuales y en tres años el objetivo es llegar a unas 500 por mes. Además, aspira a abrir ventas en el exterior: «Comenzamos tratativas con inversores franceses, brasileños y estadounidenses para poder generar canales de distribución mayoristas», adelanta.

No es cosa de chicos
«Nos motivó la necesidad de hacer algo propio y el deseo de que ese algo sea beneficioso para la sociedad», resume Ana Siró, fundadora de Volá, que fabricajuguetes para que chicos con o sin necesidades especialesjueguen en similares condiciones. «Los productos en oferta tienen estética ortopédica. Apuntamos al diseño que estimule la motricidad infantil», cuenta la entrepreneurque comercializa sus productos a centros de rehabilitación y educativos. En sociedad con su hermano y $ 30.000 de inversión, buscó asesoramiento de kinesiólogos y terapistas ocupacionales para diseñar y testear los productos. Cuenta con una fábrica en San Martín -que desarrolló con el préstamo de la Sepyme-, donde produce 1000 unidades por año. La firma -ganadora del Certamen 2011 del BID Challenge a la empresa innovadora con mayor potencial de crecimiento- apuesta al constante desarrollo de nuevos productos. De hecho, para este año proyecta sumar una nueva línea con descartes. En 2011, facturó $ 30.000 y proyecta $ 200.000 para 2012.

Loena y Natalia Núñez son primas y socias. Inspiradas en la vieja costumbre de su abuela de utilizar la bolsa de compras de tela, invirtieron $ 15.000 para crear Totebag, una firma que produce y comercializa bolsas textiles reutilizables. «Apuntamos a mujeres activas, dinámicas, urbanas y que consuman en forma responsable», cuenta Lorena Núñez, diseñadora. Sin embargo, asegura que lograron captar a un público muy variado: desde los más chicos, los hombres y hasta personas mayores. La empresa terceriza su producción en talleres, cooperativas y está en desarrollo el armado de una red con costureras que desde su domicilio trabajan coordinadas por una jefa de taller. Totebag facturó $ 300.000 y proyecta crecer un 50 por ciento en 2012. «Desde el primer momento apostamos a crear un emprendimiento sustentable para toda la cadena de valor», destaca. Para eso, el diseño, el aprovechamiento de la tela, la utilización de retazos, el equipo de trabajo, la forma de comercializarlo casi sin intermediarios, son los pilares. El emprendimiento, que comenzó con venta directa, genera la mayoría de sus ingresos a través del canal corporativo: diseña bolsas para empresas como Philips, Globant, Falabella y Shop Gallery, entre otras.

La preocupación por la basura electrónica también derivó en una actividad comercial. Farid y Andrea Nallim -ambos licenciados en Administración de Empresas- lanzaron Reciclarg, tras haber quedado impactados por los datos sobre la basura electrónica: el argentino promedio genera 2,5 kilos al año, según Greenpeace.
En 2008, con $ 250.000, montaron una planta de reciclado en Guaymallén, Mendoza, donde trabajan con monitores, CPUs, celulares, impresoras, fotocopiadoras, teclados y mouses, entre otros. «De las computadoras sólo es reutilizable el 20 por ciento de las piezas», explica Farid Nallim. Así, lo que no sirve se vende como materia prima para otras industrias. El volumen es determinante.

El gabinete de un CPU se vende a $ 400 la tonelada y el cobre, a $ 25 el kilo (de una PC, se pueden obtener 300 gramos). «Nuestro mayor desafío es reutilizar partes que sean compatibles para armar una nueva computadora», destaca.

A caballo regalado…

Paula Pereiro (40) creó Green Gift, una empresa que propone regalos sustentables. Licenciada en Publicidad, vivió en Barcelona y, tras su regreso a Buenos Aires en 2008, con $ 50.000 fundó la firma que creció en la rama de los regalos corporativos.

Cuenta con diversas categorías: jardinería y regalo vivo, entre otras. Desde el packaging también apuesta a la sustentabilidad: todo es reciclable. «Al principio fue la necesidad de emprender, pero para ir más allá quise innovar sobre la cadena de valor», recuerda. Entre sus clientes: Aeropuertos Argentina 2000, Telefónica, Motorola, Molinos Río de la Plata, Avon, American Express, Falabella y Siemens. La firma, que facturó $ 500.000 en 2011, proyecta duplicar el resultado este año y alcanzar el millón. Para Pereiro, el desafío más importante fue superar la estacionalidad de los regalos corporativos. «El poder trasmitir algo con el regalo a sus empleados hizo que se sumen fechas clave: primavera, día de la mujer y del medioambiente», cuenta. Por caso, el 21 de septiembre último la firma vendió 4000 plantilles. La empresa proyecta posicionar su marca para, hacia fin de año, abrir un local propio. «El paso siguiente son las franquicias», se entusiasma.

Los ingenieros también se sumaron a la onda sustentable. Gabriel Marcolongo y Pablo Veltri vieron una ecuación simple: la capacidad de innovar en tecnología con un foco social. Así, en octubre de 2010, surgió Yeeeu, un call center donde los empleados son personas con dificultades motrices, que trabajan desde su casa, a través de una plataforma web con servicio de voz sobre IP.

Hacen seguimiento de campañas, encuestas y centrales de turnos. «Para 2012, ramos a implementar una nuera línea de servicios para redes sociales», cuenta Veltri. Es que, según datos de los propios entrepreneurs, el 20 por ciento de las familias argentinas cuenta con una persona con capacidad especial y, de ellos, el 80 por ciento no consigue trabajo. Sin embargo, no es la única veta sustentable: reduce emisiones de huella de carbono en 5 toneladas anuales por persona contratada. Para 2012, la firma -que tiene en su cartera de clientes a Raneo Galicia, MVH y Dentiu- proyecta facturar $ 150.000 por mes.

Por su parte, Guillermo Duran, arquitecto de la UBA, investigó y estudió durante más de cuatro años sobre el uso racional del agua en edificios. Hasta que decidió fundar su propia empresa: Agua Sustentable. «Entendimos que por el cambio climático, el aumento de población y la contaminación, se requiere un nuevo paradigma a la hora de administrar el recurso», destaca. Así, la firma centra su estrategia en el diseño de infraestructura e instalaciones sanitarias que hagan un uso sustentable del agua, con técnicas para reciclar, usar el agua de lluvia y componentes del sistema que hagan un uso racional.

Con tres empleados, facturó $ 45.000y proyecta alcanzar $ 692.000 en 2012. «Apuntamos a comunidades, organismos públicos o desarrolladores inmobiliarios, así como también estudios de arquitectura y empresas constructoras», cuenta Duran. La firma, que está en desarrollo en un barrio cerrado, trabaja con comunidades que necesitan concientizar a la población del buen uso del agua e incorporar técnicas que les permitan almacenar el recurso en épocas de fuertes sequias para sostener sus actividades agropecuarias en tiempos de sequías.

Juan Pablo Mosconi inició, en 2005, su firma de microturbinas para abastecer de energía eléctrica a poblaciones aisladas. «Trabajan en ríos de baja velocidad y baja profundidad (mínimo de 2 metros), no utilizan combustible y son de muy bajo impacto ambiental», destaca el emprendedor, la diferencia frente a sus competidores sustitutos -como las pantallas solares y los generadores a combustión- es que produce energía eléctrica las 24 horas, con bajo nivel sonoro y costos accesibles.

El precio promedio del equipo (depende del tamaño) oscila entre $ 14.000 y $ 23.500. Con US$ 21.000 de inversión montó un taller donde se pueden producir el 80 por ciento de las piezas. La empresa -que ganó el premio a la empresa con mayor impacto social en el concurso BID Challenge Argentina 2011- tiene una capacidad de producción de cuatro unidades por mes.

Moda sustentable
Creativos e inquietos, los diseñadores de indumentaria también se sumaron a la onda ecológica. Y, para inspirarse, se permitieron dar rienda suelta a su imaginación. Durante su embarazo, en 2008, Ileana lacabanne, diseñadora de profesión, decidió empezar a producir ropa para bebés con algodón agroecológico:. Asó nació Chunchino. «Se piensa en la sustentabilidad desde el diseño hasta el momento de la venta», cuenta Pamela Dobniewski, responsable de RSE de la firma. Los pilares: bolones de coco como materia prima; talleres que no admiten el trabajo esclavo ni infantil y que promueven algún proyecto de impacto social; y packagwghecho en caña de bambú, entre otros detalles. La diseñadora, que invirtió $ 14.000 para arrancar con una producción de 400 prendas, proyecta facturar $ 140.000 en 2012. Para eso, invirtió $ 90.000 en la producción de 3000 unidades -para bebes de 0 a 12 meses-, que comercializa en locales multimarca y por Internet.

La firma busca seguir creciendo también en el exterior, tras su desembarco en Chile. Además, proyecta estirar la edad de sus clientes. Alejandra Gottelli (50) también apostó por el diseño de indumentaria.

Con $120.000, lanzo Cúbreme junto a su socio Adrián Flores. Se trata de una compañía de diseño y fabricación de ropa con fibras naturales: guanaco, vicuña, lana merino orgánica, llama y algodón agroecológico.

La colección consta de cuatro líneas: decoración, sastrería, tejidos y accesorios, que en total, alcanzan los 70 productos. Un abrigo de llama para mujer ronda los $ 1600. «Todo bajo la impronta de diseños urbanos», asegura. La firma cuenta con un showroom en Palermo y facturó $ 200.000 en 2011. «Ocho de cada 10 personas que compran son turistas, porque en Europa esto es una tendencia hace mucho años», explica.

Además, tiene presencia en California, Texas y Holanda, aunque con pequeños volúmenes. «Queremos ponerle más fuerza a la exportación pero sin pecar de calidad», añade.

En la misma línea, Verónica Sordelli se propuso unir su pasión por el diseño textil con la escritura y edición de libros infantiles: creó Fabulósico, en 2010. Se trata de una marca infantil donde las prendas están acompañadas de fábulas originales en formato de libro y títeres de los personajes protagonistas de las historias.
«La marca apunta a comunicar cómo cuidar el ambiente», explica la entrepreneur. Es que las remeras, bodiesy pantalones se transforman en su propia bolsa, doblándose dentro de un bolsillo contenedor. «Los materiales y las tecnologías productivas son seleccionadas por su menor impacto ambiental, como papel FSC e impresión ecológica, para sus libros y una de las líneas de ropa está confeccionada con algodón orgánico», explica Sordelli, diseñadora de indumentaria graduada de la UBA. En 2011 abrió su oficina y un showroom el Centro Metropolitano de Diseño (CMD) en el barrio de Barracas. La firma facturó $ 150.000 en 2011 y proyecta duplicar el resultado este año. «Queremos sumar clientes multimarca de indumentaria infantil y estamos por lanzar un nuevo canal de ventas corporativo, con el objetivo de ampliar la producción en productos personalizados», anticipa.

Ética y comercio justo El diseño y la sustentabilidad también se convirtieron en el modo de vida de Leticia Amorin y Josefina Gamboa, fundadoras de Pampa & Pop. Se conocieron en Emaús Internacional, una ONG basada en París. «No creemos posible haber logrado un proyecto de moda sin que su eje fuera perseguir el sueño de crear una empresa socialmente responsable», cuenta Gamboa. Así, en 2008, surgió la firma que propone el concepto de moda ética, a través del uso de materiales ecológicos y esquemas de producción como el comercio justo.

Cuentan con más una decena de socios estratégicos y proveedores de interés social, tales como Fundación Manos Abiertas, Cooperativa la Alameda y Textil Pigué, entre otros. Su oferta abarca remeras de algodón agroecológico hasta productos de cuero ecológico (carteras, cinturones y tapados). Con una inversión de 2000 euros, facturó 120.000 euros y proyecta alcanzar los 200.000 en 2012.

En 2011, desembarcó en el mercado local con un showroom en Palermo, que se suma al de París. «Estamos comenzando a vender en locales multimarca en la Argentina y proyectamos la apertura de un local propio», explica Gamboa, quien tiene 50 puntos de venta distribuidos en Francia, Bélgica, Austria, Alemania, Suiza, Italia, España y Japón.

«Tenía ganas de hacer algo creativo y que ayude a mucha gente. No quería traer un contenedor de China y venderlo», recuerda Fernando Bach, fundador,junto a Pablo Mendívil, de Elementos Argentinos. La venta de su auto más $ 15.000 fue la inversión para generar stock. La firma surgió en 2006 y busca replicar el concepto de hecho a mano con diseño argentino, a través de productos elaborados por talleres de tejedores y artesanos, que tiñen con elementos naturales, como yerba, repollo, cebolla, grana cochinilla, flor de quinchamalí y ceniza. «Buscamos darles una salida a un mercado mayor y que les permita tener ingresos todo el año», explica Bach, en referencia a los más de 120 talleres con los que trabaja. Cuenta con un local en Palermo, desde donde, además de comercializar mantones y textiles antiguos, se pueden solicitar alfombras a pedido. Facturó $ 1,3 millón en 2011 y proyecta crecer un 35 por ciento en 2012.
«Queremos abrir una sucursal para superar los $ 2 millones», se entusiasma este emprendedor, uno de los tantos que demuestra que rentabilidad y sustentabilidad pueden ir de la mano.

Fuente: El Cronista Comercial / QUIÉN ES QUIÉN (Pag. 6)
Via BuenosAiresExporta.blogspot.com

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